Mi tía Tata, en los años sesenta,
era la locutora y animadora del canal 2 de Venado Tuerto. Era el canal de cable
más moderno del país y quizás el único. Entre los programas que tenía a su
cargo, “Chiquilandia” era el preferido. Recuerdo que nos reuníamos en casa de
un vecino que estuviera abonado para verlo. Pero yo tenía la suerte de verlo
casi siempre en vivo y en el estudio porque mi tío Leandro era el dueño y el
tío Pepe su jefe técnico. O sea, un verdadero acomodado. En uno de los entretenimientos
con que contaba el programa, había uno que consistía en ponerle la cola a un cerdito
dibujado en una pizarra. Yo estaba detrás de cámara cuando mi tía se dirige a
mí:”Vení Juanchi” me dijo. Fui y – ya en cámara- me vendó los ojos, me dio varias
vueltas sobre mi eje y me puso frente al chancho. Yo, muchísimo más inestable
que de costumbre, hice un garabato en el pizarrón y cuando me quitaron la venda
el animalito apareció ante mí con la
cola en su lugar y sospechosamente enrulada. Por supuesto, gané el concurso y
tuve mis cinco minutos de gloria. Mi felicidad no tenía límites en aquel
momento. Hoy, ya viejo, me asaltan algunas dudas sobre mis virtudes para el
dibujo de colas enruladas…
© Juan José Mestre.
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