Le temo a la cordura...
No podría amarte desde la razón
implacable que todo lo analiza.
No podría sentir este amor loco
que me transforma en
una sinrazón de acordes inarmónincos...
No podría ver tu rostro con pensamientos
lineales, simétricos, armoniosos,
cuando todo nuestro amor es una
eterna discordancia de sentimientos oscuros,
de pinturas aberrantes,
de colores que no existen en ningún espectro,
de melodías nunca oídas por los demás...
Necesito esta locura para amarte,
para que me lleve a tus cielos imposibles,
para que tu alma acepte este amor loco
de inauditas consecuencias...
Le temo a la cordura,
por tu amor o por su pérdida.
Sólo estando loco podré soportar
el uno o la otra.
Juan José Mestre
martes, agosto 31, 2010
lunes, agosto 30, 2010
EL MURO
Es tirano, impiadoso,
guerrero, totalitario,
torturante,
me desangra,
no tiene estrellas,
sólo un cielo negro lo define,
un sol sin luz y opaco es su guía,
se alimenta de aguas malignas
y de clavos como los de una cruz,
cierra mis ojos y no me deja ver
más allá de él, coarta mi libertad
y mis recuerdos,
se mueve con aires marciales,
preparado para dar el
traicionero golpe,
se oye como una melodía sincopada
que desgarra mi alma,
y se contenta con mi esclavitud...
Pero es tu amor -el únco que quiero
y me enloquece- y lo acepto
sin más ni más,
aunque no me dé esperanzas,
anque esté ciego por tí y me dé cuenta,
aunque sepa que el muro que has erigido
es muy alto para escapar
y que los clavos de la cruz
me atrapen dolorosos...
Sí, es tu amor el único que acepto
y me enloquece...
Y en esa locura , tu amor se justifica
y se vuelve hasta piadoso...
guerrero, totalitario,
torturante,
me desangra,
no tiene estrellas,
sólo un cielo negro lo define,
un sol sin luz y opaco es su guía,
se alimenta de aguas malignas
y de clavos como los de una cruz,
cierra mis ojos y no me deja ver
más allá de él, coarta mi libertad
y mis recuerdos,
se mueve con aires marciales,
preparado para dar el
traicionero golpe,
se oye como una melodía sincopada
que desgarra mi alma,
y se contenta con mi esclavitud...
Pero es tu amor -el únco que quiero
y me enloquece- y lo acepto
sin más ni más,
aunque no me dé esperanzas,
anque esté ciego por tí y me dé cuenta,
aunque sepa que el muro que has erigido
es muy alto para escapar
y que los clavos de la cruz
me atrapen dolorosos...
Sí, es tu amor el único que acepto
y me enloquece...
Y en esa locura , tu amor se justifica
y se vuelve hasta piadoso...
sábado, agosto 28, 2010
NEGRO Y PLATA
Un relámpago
y el negro de la noche
trasmuta el orgasmo oscuro
de tu cuerpo en luz de amor,
en plata de aura placentera,
de mil noches robadas a la luna
hoy ausente,
y otro relámpago
y otra vez la imagen de espasmos
amorosos y violentos,
y el crepitar de la lluvia
semeja el de tus músculos,
y el movimiento de todo tu ser se
funde en la tormenta
que espera el sol para calmarse.
Y cuándo él llegue, ya habrás huido
a la calma de tu sol
y yo
-rendido de cansancio y de penurias-
seguiré con mi alma
a la espera de que otro relámpago
la ilumine.
© Juan José Mestre
y el negro de la noche
trasmuta el orgasmo oscuro
de tu cuerpo en luz de amor,
en plata de aura placentera,
de mil noches robadas a la luna
hoy ausente,
y otro relámpago
y otra vez la imagen de espasmos
amorosos y violentos,
y el crepitar de la lluvia
semeja el de tus músculos,
y el movimiento de todo tu ser se
funde en la tormenta
que espera el sol para calmarse.
Y cuándo él llegue, ya habrás huido
a la calma de tu sol
y yo
-rendido de cansancio y de penurias-
seguiré con mi alma
a la espera de que otro relámpago
la ilumine.
© Juan José Mestre
viernes, agosto 27, 2010
ANTINOCTURNO
Luz de fuego, sombra del infierno helado, espesura del llanto repetido una y mil veces, vuelo de los cuervos huérfanos de ramas, intacto tormento en cada pústula macerada en vinagre, mirada en blanco sobre la letanía insoportable de los grillos.
Te busco como quien ha perdido la ontológica parsimonia del camposanto, herido en la cruz más raída por la tierra cansada de tanto hueso, marcado por el estigma del amor que se corrompe aunque persista, sangre envilecida de la fuga, incuria atroz de la belleza envuelta en los pliegues del un basilisco, penumbrosa vela que se extingue lentamente.
Te busco sin hallarte. No puedo más que mirar al cielo, tratar de escribir en el agua, grabar mi voz donde no hay eco, besar la mustia caída de la tarde y, en vano, yacer con esa misteriosa entidad que llaman noche.
© Juan José Mestre
Te busco como quien ha perdido la ontológica parsimonia del camposanto, herido en la cruz más raída por la tierra cansada de tanto hueso, marcado por el estigma del amor que se corrompe aunque persista, sangre envilecida de la fuga, incuria atroz de la belleza envuelta en los pliegues del un basilisco, penumbrosa vela que se extingue lentamente.
Te busco sin hallarte. No puedo más que mirar al cielo, tratar de escribir en el agua, grabar mi voz donde no hay eco, besar la mustia caída de la tarde y, en vano, yacer con esa misteriosa entidad que llaman noche.
© Juan José Mestre
jueves, agosto 26, 2010
QUEBRADEÑO
Se yerguen los árboles memoriosos sobre la cumbre del ocaso. El soberbio plumaje del águila es una sombra lúgubre que vuela displicente. La fosa, recién cavada, trasunta la rectangular forma de la muerte. Un canto religioso se oye en la quebrada: el erke y su liturgia vaticina algo maligno en la sequedad del viento. Final, el silencio llega con la noche.
© Juan José Mestre
© Juan José Mestre
miércoles, agosto 25, 2010
Exactos períodos de la espera,
gotas en cadencia cimentando intervalos,
tiempo en allegro, espacio en adagio,
nubes que fusionan estridencias,
hojas en caída libre –alegreto de un augurio-,
distorsión de la obertura/final de la armónica
expiación del altruismo.
© Juan José Mestre
gotas en cadencia cimentando intervalos,
tiempo en allegro, espacio en adagio,
nubes que fusionan estridencias,
hojas en caída libre –alegreto de un augurio-,
distorsión de la obertura/final de la armónica
expiación del altruismo.
© Juan José Mestre
martes, agosto 24, 2010
CUENTO ACOSTUMBRADO
Triste era la vida del pobre viejo. No se sentía parte de nada, no tenía más que unos cartones para cubrirse y la ferocidad del hambre lo estaba aniquilando. No siempre había sido así: a fuerza de mucho trabajo, logró construir una casita –humilde, pero digna- e incluso le dio una educación a su único hijo. Hasta el tercer año del secundario, nada más, porque el vago ese empezó con las juntas y agarró por el mal camino. Ahora estaba en la cárcel por robo e intento de homicidio. Las drogas y todo eso tenían mucho que ver en el asunto. Ya antes de ir preso, lo echó de la casa para meter en ella a una cualquiera. Si su mujer hubiera visto eso, seguro que se moría. Suerte que ya estaba muerta por ese entonces. Un disgusto menos para la santa. Él, por su parte, estaba jugado. Con casi ochenta años, la vida poco le importaba. Si el hambre lo atormentaba, el frío y el sueño hacían las veces de sudario y le otorgaban el piadoso letargo cada noche. Los escasos transeúntes que se percataban de su presencia en el exiguo reparo de un hueco de la ochava, seguían impasibles su camino y algunos, virtualmente, lo daban por muerto. Estos últimos, algo de razón tenían.
© Juan José Mestre
© Juan José Mestre
lunes, agosto 23, 2010
PERPENDICULAR
Perpendicular, mi cabeza rueda por el laberinto. Mi cuerpo está en otra parte: está en el dolor, en el escarnio de la soledad, en el péndulo inmóvil de la espera, en ese garzo manto que se niega a acogerme, en el amor sufriente de una cruz en mitad del lino, en el mudo vuelo de los pájaros y en la frondosa quietud de los árboles. Está donde las espinas lo penetran, lo laceran, lo hieren. Donde el viento no sopla y el agua es tierra cuarteada con pretensión de salina infamante, inmaculada. Está allí, junto al calvario cotidiano del destierro, donde ningún lienzo alcanza para tanto espino y tanta sangre. Mortaja dolorosa, el abismo se acerca para cubrirme y luego se detiene. Es un reptar traicionero y procaz el de los elementos, conjura malévola incitada por la angustia. Dedos crispados. Órbitas fuera de foco. Desesperación. El laberinto se abre, se hace recta avenida del Minotauro desencajado y sin dominios. Perpendicular, tu imagen cae a plomo, reflejada en los espejos del desierto.
© Juan José Mestre
© Juan José Mestre
sábado, agosto 21, 2010
MELODÍAS PRESENTIDAS
Y cuando siento tus pasos
junto a mi lento caminar,
la vida se vuelve amable,
liviana,
y cuando nuestras manos se hacen
lazos , siento mis pies no tocar
el suelo,
y cuando tus ojos miran
los míos otoñales, la primavera
estalla en el cielo y en mi piel.
Y cuando me acaricias,
mis oídos oyen melodías
dulces, sencillas,
como si hubiera hallado contigo
el amor...
Dime que no finges, por favor...
© Juan José Mestre
junto a mi lento caminar,
la vida se vuelve amable,
liviana,
y cuando nuestras manos se hacen
lazos , siento mis pies no tocar
el suelo,
y cuando tus ojos miran
los míos otoñales, la primavera
estalla en el cielo y en mi piel.
Y cuando me acaricias,
mis oídos oyen melodías
dulces, sencillas,
como si hubiera hallado contigo
el amor...
Dime que no finges, por favor...
© Juan José Mestre
viernes, agosto 20, 2010
Y TE ESCRIBÍ…
Y te escribí en pétalos
el pensamiento receloso de los lirios,
la fragancia de tu piel en las sábanas fragantes,
los hilados desmayados del sahumerio sobre el pelo impregnado
de noche -lumbre somnolienta de amor y de lisonjas-,
y te escribí mil versos hasta acabar el horizonte con palabras;
pero no fui capaz, no pude soñar lo que soñabas,
no supe armar esa metáfora que te retuviera,
aquella que te alejara de las intemperies del despecho…
© Juan José Mestre
el pensamiento receloso de los lirios,
la fragancia de tu piel en las sábanas fragantes,
los hilados desmayados del sahumerio sobre el pelo impregnado
de noche -lumbre somnolienta de amor y de lisonjas-,
y te escribí mil versos hasta acabar el horizonte con palabras;
pero no fui capaz, no pude soñar lo que soñabas,
no supe armar esa metáfora que te retuviera,
aquella que te alejara de las intemperies del despecho…
© Juan José Mestre
jueves, agosto 19, 2010
LUNAR
El cuenco del espejo se reduce:
un punto,
allí en la nada,
refleja la obscenidad de lo denso.
El último de los símbolos
pasa fugaz
hacia la irreverencia.
La mudez, en su señorío,
grita su soledad
a ultranza.
© Juan José Mestre
un punto,
allí en la nada,
refleja la obscenidad de lo denso.
El último de los símbolos
pasa fugaz
hacia la irreverencia.
La mudez, en su señorío,
grita su soledad
a ultranza.
© Juan José Mestre
miércoles, agosto 18, 2010
ALEGÓRICO
Pirámides concéntricas al círculo
orbitan como un presagio enamorado
en el eterno polvo negro del espacio.
Símbolo de las eras, buscan las galaxias
su fusión en la hoja de una espada de luz enarbolada
y triunfante
al percibir la alquimia de tus ojos en lo verde,
una melodía que corre hacia el estuario,
justo cuando la arena se escurre entre los dedos…
© Juan José Mestre
orbitan como un presagio enamorado
en el eterno polvo negro del espacio.
Símbolo de las eras, buscan las galaxias
su fusión en la hoja de una espada de luz enarbolada
y triunfante
al percibir la alquimia de tus ojos en lo verde,
una melodía que corre hacia el estuario,
justo cuando la arena se escurre entre los dedos…
© Juan José Mestre
martes, agosto 17, 2010
camino
Y mi destino es este:
caminar a tu lado
hasta llegar al cielo
y luego desandar la huella
por extrañar nuestro mundo...
Caminar a tu lado,
plácido, callado,
con las manos llenas
de caricias tuyas,
de besos incansables,
de ternuras suaves,
de miradas sin fin...
sin mañanas ni ayeres,
sin prisas por conseguirlo todo,
todo para nada...
Y mi destino este
de caminar juntos la vida,
es un sino que no cambiaría,
porque no quiero cambiarlo,
por lo feliz que me hace
caminarlo contigo,
y cuando lleguemos al fin...
seguro estarán los ángeles
para llevarnos al cielo,
pero juntos los dos...
para andar otro camino
bello como éste
que nos toca vivir...
©2000 Juan José Mestre
caminar a tu lado
hasta llegar al cielo
y luego desandar la huella
por extrañar nuestro mundo...
Caminar a tu lado,
plácido, callado,
con las manos llenas
de caricias tuyas,
de besos incansables,
de ternuras suaves,
de miradas sin fin...
sin mañanas ni ayeres,
sin prisas por conseguirlo todo,
todo para nada...
Y mi destino este
de caminar juntos la vida,
es un sino que no cambiaría,
porque no quiero cambiarlo,
por lo feliz que me hace
caminarlo contigo,
y cuando lleguemos al fin...
seguro estarán los ángeles
para llevarnos al cielo,
pero juntos los dos...
para andar otro camino
bello como éste
que nos toca vivir...
©2000 Juan José Mestre
lunes, agosto 16, 2010
Apología de la pampa
Si alguien queda todavía en el lugar desde el cual brota la fuente de las fuentes y hubiera de migrar forzado por la punción de la belleza, es seguro que caería bajo el magnetismo de estas tierras.
Es que la pampa es una hermosa mujer que devela sus encantos con algo de malicia en la madrugada aterida de agostos y sembradíos.
Algo, también, denota la primorosa hondura del encanto regateado con desgana: ese horizonte que se ensancha a fuerza de ojos llanos que nos miran desde los confines, trayendo ancestros de bravío linaje, herida de muerte la dinastía de la piel de cobre en los fortines.
Un azul que parece no pertenecerle inunda sus delgadas curvas en el pardo espectáculo de lo gélido; la voz del arado escapa del revoltijo de terrones y contradice todo el dogma de lo bello para reafirmar justo aquello que muere bajo su filo.
Ahí es que la pampa sangra su verde tapiz de espectros. Luz mala en la guitarra que implora coplas para calmar al viento, el cielo azul es un telón rojo que cae en tropel, último acto en el umbral de ombúes.
Engaño del ente feroz que la protege, muestra su mansedumbre envuelta en bramante dorado de mies. En el cenit, abruma con su color salvaje; en la puesta, un desgarro de pátinas corroe el gris ánimo de los hombres y lo demuele.
Algo diabólico hay en su seno.
Sólo ella puede decirlo; mientras, la dulce voz de la tierra apacigua sus fauces con su poncho de madre y dulcifica lo yermo del maizal con la gracia de unos gorriones picoteando sombra.
© Juan José Mestre
Es que la pampa es una hermosa mujer que devela sus encantos con algo de malicia en la madrugada aterida de agostos y sembradíos.
Algo, también, denota la primorosa hondura del encanto regateado con desgana: ese horizonte que se ensancha a fuerza de ojos llanos que nos miran desde los confines, trayendo ancestros de bravío linaje, herida de muerte la dinastía de la piel de cobre en los fortines.
Un azul que parece no pertenecerle inunda sus delgadas curvas en el pardo espectáculo de lo gélido; la voz del arado escapa del revoltijo de terrones y contradice todo el dogma de lo bello para reafirmar justo aquello que muere bajo su filo.
Ahí es que la pampa sangra su verde tapiz de espectros. Luz mala en la guitarra que implora coplas para calmar al viento, el cielo azul es un telón rojo que cae en tropel, último acto en el umbral de ombúes.
Engaño del ente feroz que la protege, muestra su mansedumbre envuelta en bramante dorado de mies. En el cenit, abruma con su color salvaje; en la puesta, un desgarro de pátinas corroe el gris ánimo de los hombres y lo demuele.
Algo diabólico hay en su seno.
Sólo ella puede decirlo; mientras, la dulce voz de la tierra apacigua sus fauces con su poncho de madre y dulcifica lo yermo del maizal con la gracia de unos gorriones picoteando sombra.
© Juan José Mestre
sábado, agosto 14, 2010
LA HISTORIA SE SUSPENDE
En este fárrago cotidiano de luchas y esperanzas, el viento, eterno correveidile que a todo lo socava, va y viene con sus voces múltiples, sibilinas, susurrantes aún en sus aullidos. Un fantasma se juega la totalidad de su existencia en la remota lujuria de cadenas y el frío atropella las pocas ramas hieráticas del solitario árbol que aún subsiste. La historia se suspende en la rutina. Sin embargo, Hamlet todavía le clama a Horatio que sea él quien cuente la Historia al mundo.
© Juan José Mestre
© Juan José Mestre
viernes, agosto 13, 2010
MICRO
Jamás había visto algo así. Al punto de querer observarlo dos veces. En vano: lo evidente pocas veces se repite.
© Juan José Mestre
© Juan José Mestre
jueves, agosto 12, 2010
DE GANDHI
Plúmbeo, el cielo niega sus azules. El enigma queda pendiente. Las campanas repican solitarias. Nadie las oye. Hay mucho ego para ello. Pero Gandhi dijo en una ocasión: La voz humana no alcanza para acallar esa vocecita de la conciencia. Deberemos hacernos cargo…
© Juan José Mestre
© Juan José Mestre
miércoles, agosto 11, 2010
LUJURIA
Suavidad
de tus manos
rozando mi piel
en celo
almizcle
de tus
muslos
subrepticios
gris
de tus ojos
buenos
mi lujuria
estalla en
néctar
la noche
implosiona
y calla
© Juan José Mestre
lunes, agosto 09, 2010
SIN SOLES
No hay signo estelar alguno. El Universo, callado testigo de la excelsa brillantez de todos los soles, lamenta la ausencia del sueño del cometa. Es él, el cometa, quien condiciona en la luz aquel reflejo que no le es propio. Sabe que sin soles y sin estrellas, nunca logrará su sino de irradiar su traje de luces a lo largo del horizonte olvidadizo.
© Juan José Mestre
sábado, agosto 07, 2010
SANTA FE, LA VUELTA
SANTA FE, LA VUELTA
Aquellos días, vísperas del acontecimiento más importante del año en Venado, constituyen los recuerdos más felices que tengo de compartir la infancia con mi padre. Es que la Vuelta de Santa Fe convulsionaba a todo el ambiente tuerca del país. Y el pueblo era una fiesta. Todo comenzaba mucho antes, cuando se estaba en los tramos finales de culminar el trabajo de todo el año, con la elaboración de las inscripciones de participantes, acreditaciones de medios como Carburando y demás tareas. Es que la organización de la prueba requería del esfuerzo de todos los socios del Club Atlético Jorge Newbery y mi viejo era uno de ellos. Yo también lo era, en la categoría cadetes, desde un día después de haber nacido. En el torbellino de recuerdos que mi mente apenas es capaz de atesorar, aparecen claramente los rostros familiares de Oscar Alfredo Gálvez, Emilio y Dante Emiliozzi, Marcos Ciani, el ídolo local y tan amigo de mi padre, y el de tantos otros que se quedaron en el ensueño de la infancia tan feliz de estar en el taller de Matassi e Imperiale, concesionario de los chivos y trocado en Parque Cerrado de todas las marcas, porque así lo exigía el orgullo de los venadenses.
Era justo el día en que el ACA entregaba los números homologados para que, cartón y soplete en mano, se procediera al sellado que definía el orden de largada en la mañana dominguera, aquel que yo más esperaba: es que Dante, mi querido Dante Emiliozzi, me dejaba sentar en la butaca de la cupé mientras los hermanos se ocupaban del último chequeo antes de la largada.
Uno de esos años, fui en mi propio auto a pedales y los muchachos me lo sellaron, lo depositaron en un rincón del galpón y me dijeron que el domingo, a las seis de la mañana, debía retirarlo para poder tomar parte de la largada. Recuerdo que no dormí en casi toda la noche pensando en el bólido con el 63 en sus puertas que me esperaba para la gran epopeya. No dormí hasta las cuatro de la mañana y el sueño me venció. Cuando desperté, sorprendido por lo alto del sol en la ventana, encendí presuroso la radio y confirmé en la voz de Isidro Gonzáles Longhi aquello que sabía de antemano: había terminado la primera etapa y yo me quedé en el limbo inocente de mis nueve años.
Después, hay miles de anécdotas, desde el empujón del “loco” Di Palma para que no le tocara el auto hasta la última foto de Marquitos Ciani que nos sacó el corresponsal de La Nación apoyados en el capó del “Verde Llamarada” y que jamás pude ver.
Ya adulto, fui a verlo a Don Luis Landriscina y, como una paradoja que la vida me traía de regalo, cuando dijo que él (en su chaco natal) se juntaba con los pibes y buscaban en el mapa dónde quedaba Venado Tuerto, lloré.
© Juan José Mestre
viernes, agosto 06, 2010
SIN TÍTULO
elemento
esencial
de la
nostalgia,
no huyas
de mi rostro.
¿ O acaso
crees que
no quiero
ocultar
mis lágrimas?
© Juan José Mestre
jueves, agosto 05, 2010
OTRO DE MIS NOCTURNOS
El encanto de tus manos, la piel suave, rosácea luz en la sombra milenaria del orgasmo, un gemido trunco, dos jinetes que se toman un descanso, el triángulo de tu pubis, naranja en zumo de simientes, la espalda que se curva, se tensa, se estira en la locura del sexo encaprichado. Un tenue brillo en tus ojos antecede a tus párpados que se duermen en un verso sin palabras, sólo de lluvia azul en el remanso.
© Juan José Mestre
miércoles, agosto 04, 2010
MANIFIESTO
Por ese canto de luz en las espigas, por la justicia que llega tarde y no es justicia, por la ternura que se clava en las entrañas, por un poco de paz –conclusiva rareza de estos tiempos-, por el sol y por cielo (perpetuos hacedores de lo eterno), por ese amor que se da a hurtadillas y se agiganta ante los no prohibidos, por la pizca de luna entre los árboles, vaya mi grito de hoy -irrenunciable.
© Juan José Mestre
© Juan José Mestre
martes, agosto 03, 2010
EL VACÍO
El paisaje urbano se introduce en el anodino transcurrir de la mañana. Inexpresiva, la gente pasa rauda a sus tareas cotidianas, contradiciendo la desgana de sus rostros. A la frialdad del viento se le suma el helado trajinar de estas almas ignotas, triviales, desconocidas. Solitarias, buscan su destino final en el oropel que refracta en el asfalto su cántico de bocinas y alarmas siempre distantes en la negación del Tiempo.
© Juan José Mestre
lunes, agosto 02, 2010
ABYECTO
De fango infecto estoy hecho
y de ese barro -insaciable -
es que resurjo falazmente
iluminado en la fragua brutal
de un ingrato ser de las tinieblas
inútil intento de escribir a lo más bello
que mis versos sirvan al fin como epitafio
yermo entre lo yermo
© Juan José Mestre
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