lunes, agosto 23, 2010

PERPENDICULAR

Perpendicular, mi cabeza rueda por el laberinto. Mi cuerpo está en otra parte: está en el dolor, en el escarnio de la soledad, en el péndulo inmóvil de la espera, en ese garzo manto que se niega a acogerme, en el amor sufriente de una cruz en mitad del lino, en el mudo vuelo de los pájaros y en la frondosa quietud de los árboles. Está donde las espinas lo penetran, lo laceran, lo hieren. Donde el viento no sopla y el agua es tierra cuarteada con pretensión de salina infamante, inmaculada. Está allí, junto al calvario cotidiano del destierro, donde ningún lienzo alcanza para tanto espino y tanta sangre. Mortaja dolorosa, el abismo se acerca para cubrirme y luego se detiene. Es un reptar traicionero y procaz el de los elementos, conjura malévola incitada por la angustia. Dedos crispados. Órbitas fuera de foco. Desesperación. El laberinto se abre, se hace recta avenida del Minotauro desencajado y sin dominios. Perpendicular, tu imagen cae a plomo, reflejada en los espejos del desierto.







© Juan José Mestre

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