Jorge Prado es, para mí, un gran
Amigo. Supo estar en los momentos más importantes de mi vida. En el sepelio de
mi padre, cuando fui a llevar su ataúd, me dijo: “Dejá Flaco, yo ocupo tu
lugar”. Lo mismo hizo con mi madre. También compartió uno de los momentos más
felices de su vida. Llevaban unos dos o tres meses de casados con Leti, cuando ella sospechó que
estaba embarazada. Recuerdo que una tarde me dijo que dejáramos de estudiar
inusualmente temprano y que la acompañara hasta el consultorio del bioquímico.
Nos despedimos hasta el día siguiente en la entrada del laboratorio y emprendí el regreso a casa. Al día siguiente
me dijo el motivo de su visita y que para el mediodía le daban el resultado.
Estudiamos con impaciencia hasta que llegó la hora. Cuando llegó Jorge, intenté
llamar a mi padre para que fuera a buscarme, pero Leti me dijo ¿no venís? Y yo,
obvio, acepté. Llegamos y ella fue a buscar el resultado. Unos minutos después,
subió al auto y susurró “positivo”, un revoltijo de llanto, risas, abrazos y
besos entre los tres casi desarma el auto. Sí, estábamos ahítos de dicha y
enloquecidos de amor a la vida. Felices,
simplemente. Pienso que hay muchas personas qure comparten su dolor, pero la felicidad es más
individualista. Quienes la comparten, son seres escogidos. Jorge está entre
ellos… sin dudas.
© Juan José Mestre.
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