Uvas maceradas en bilis,
-desesperanza inacabable
en el sabor huraño del ultraje-,
ázimo pan que se muerde y es arisco,
canto de los salmos en ofrenda de la sangre,
brusco despertar de los estigmas
cuando ya no se tienen más que llagas devoradas
por el fuego
el dolor
y la ignominia.
© Juan José Mestre
1 comentario:
Toda infamia duele Juan, solo hay que percatarse de ella, de nuestro dolor...
Buen texto.
Un abrazo Gus...
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