Con el horror que extiende el tormento
de ser no más que la mente encarcelada
hallo en cada verso mi holocausto,
escribo con furor el titubeo del futuro inexistente,
aquel mañana con redobles de rutina,
y del ayer que lo único que recuerda
es la desazón de lo no hecho.
Y del horror y del tormento
escapa cada letra y cada sueño perdido entre mis venas
-que de eso se trata esto de vivir el cautiverio sutil de cada día-
para trazar el furtivo horizonte de un poema quebradizo,
pulverizado
en la nervadura muerta de una hoja.
© Juan José Mestre
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