Preñez que aguarda ausencias, el dulce fruto de ese vientre no tiene más futuro que el quebranto; alguien hubiera preferido el útero yermo al desesperanzador grito de la madre pariendo flores de una noche. No es mi caso: tal vez escoja campanas al vuelo que anuncian vida –triste, solitaria, de patitas sucias, risitas sin pan, la teta con leche aguada, los ojos desiertos de ilusión… Si total, un sueño no cuesta más que la mansedumbre del cielo cubriendo el manto de tierra fría y profana. Habrá tiempo, después, de llorar entre los buitres que ya acechan.
© Juan José Mestre
© Juan José Mestre
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