La tristeza se esconde en laberintos,
bifurca mis caminos, juega con la angustia
a la monotonía circundante de la ronda.
Huye con la dramática picardía de un niño,
barrilete gris, fusión de niebla y espanto,
juguete en desuso del amor entre fugas y avatares,
nadería distorsionada, pelota rompiendo espejos,
opacidad de las astillas en el rostro cuarteado en llanto
y que no llora…
© Juan José Mestre
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