La transición está en su cénit. Lo gris se diluye en tonos suaves, casi indefinidos, con esa premura que alcanzan los azules en su ilusión de cielo. No es primavera, pero tampoco invierno. Esa incertidumbre a plazo fijo que rebota en las nubes nos dice que sólo una pasada de gallo nos separa del equinoccio. Es así. Mañana tal vez no sea notorio, pero otra fracción de tiempo habrá comenzado.
© Juan José Mestre
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