El humo. Te fuiste con el humo. Simple voluta que el Tiempo destruye en la infinitud. Única palabra que se llama a silencio de tumba olvidada como todas las tumbas. Era justo la estación de las vides, justo cuando el mosto iba a darnos su dulzor de vino. Era justo el momento de amasar el pan con el amor de lo sagrado. Era justo el instante de encontrar el Santo Grial en nuestros cuerpos para beber en piel todos los misterios. Era justo la nota más alta de la melodía cuando tus huestes tocaron retirada. Justo cuando el amor florece en calandrias su fulgor de cantos. Como el humo. Te fuiste como el humo, hálito de mar y costas, viento furtivo que hincha el velamen y zarpa, libre albedrío que me deja sin alas. Redención de todo y de nada que oye el llamado del sol y desvaría en el aire vacuo del aturdimiento. Mansa ausencia salobre en lágrimas. Alma de incienso, cuerpo de mirra. El oro memorioso se hizo verdín de hastío.
© Juan José Mestre
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