El gris impregna la mañana de tristeza.
Espejismo de los pájaros,
un plomizo cielo
oprime esas alas ávidas de azules.
Nunca la desolación había estado tan próxima.
Un caballo flaco
pasta lo poco que la vida ha dejado en la comarca.
Unas raíces, algún que otro charco fétido de congoja,
un perro que muerde su sarna
en la neblina atormentada de sí misma.
© Juan José Mestre
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