“Porque la locura es mejor, mucho mejor que cualquier cosa”, escribí alguna vez. No sé como es que vino esta frase a mi memoria. Tal vez, sólo tal vez, se trate de un sueño traspapelado en los anaqueles recurrentes del recuerdo. Ese recuerdo desolado, embebido en las gasas torturantes de la mente estancada en la sangre de mis huellas. Iniciado en la cábala enamorada del desierto, todo es yermo en mi vida. Ni un solo fruto he logrado en la vendimia. Quizá, sólo quizá, uno que otro sol me otorgó la limosna de la dicha. Pero nada más. Hoy puedo decir que un agrio sabor se diluye en mis venas y en mis músculos. Sé lo que es: la desesperanza nunca ha sido dulce.
© Juan José Mestre
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