viernes, abril 07, 2006

Oda triste a Buenos Aires

Los acordes de Piazzola se desgarran con tu recuerdo. Un loco amor tropieza en el adoquín negro de la noche. Todo el olvido surge de la asfixiada luz de cada esquina. Pareciera que un duende se cargara los últimos rezongos del despecho. Paisaje urbano y consabido del borracho haciendo eses en el canto de los grillos. Nada tiene remedio: ni una milonga de Borges puede batirse a duelo con el desengaño que viene del sur. Los dos Homeros, Virgilio y Cátulo se llaman a silencio. Único, el viento se escabulle a buscar una de las tantas elegías que Buenos Aires ha perdido.

© Juan José Mestre

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