Así como el estuario se enamora del mar y lo penetra, así te amo. Dulce caudal que por la sal se desvanece. Abanico de aguas mixturadas con nostalgias, riberas que se abren cual mujer que se entrega en flores blancas, remolino marcando el límite del delta cálido, fragante de leche y menta. Camino por la cintura del recuerdo -muselina blanca, piel de azahares-, con el grito de tu nombre entre la brisa fresca de las islas. Voy a tu encuentro, saturado de ozono y algas (ornamento de luceros en la frente) para decirte que así te amo. Así como el velero hiende las aguas a cambio de la estela, el piano deja caer sus notas últimas para que se escuche la lluvia mansa del otoño o en su adagio de gotas perezosas envuelva nuestro abrazo en la desnudez del génesis. Así como una ría se trueca en espuma para dormitar en las afiladas rocas milenarias, así te amo.
© Juan José Mestre
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