Muere el silencio en su alarido; un tronar del cielo
encabrita al viento y lo desboca.
El relámpago deshace la pampa en mil troqueles.
Trágico, el llano se cubre de galopes sin destino.
No tardará en llover, eso es seguro.
Mas, en este Apocalipsis cotidiano,
quizá ni las ánimas estén para notarlo.
© Juan José Mestre
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