Rueda mi cabeza, rueda y rueda,
bola de billar que al caer en la tronera
con la absurda idea de un romboide sobre el verde
que acabará regalándole el libre albedrío que nunca tuvo.
Rueda,
dócil doncella en sueños, puta amorosa,
madre descarriada por tanto golpe,
pasionaria enraizada en los muros del propósito
por el bien de ella y su demencia –que no comprenden.
Rueda,
por el encanto y por la furia,
por el sol y por la lluvia,
por la muerte y por el hambre,
por el chico en patas,
por el barro y los idiotas
que no gritan socorro
(total, es indio del chaco),
por el parto ahogado en la corriente
y por los que ayudan pero no tienen.
Por todo eso rueda y rueda mi cabeza,
mientras espera al taco previsible
que la mandará a la tronera del ultraje.
© Juan José Mestre