sábado, octubre 02, 2010

NATURALEZA MUERTA

 

Sólo el piano quiebra el silencio. No se percibe desde dónde llegan sus notas. Algunas claras, otras diluidas por el viento solitario y pueril del asombro retraído. Las ramas, desnudas, casi muertas, semejan cruces convulsas en el contraluz de sus siluetas. Todo es dorado, pero nada es más que oropel de mediodía. Un verde impertinente hiere el sepia de la luz que se entiende con el paisaje vislumbrado tras el ventanal. La perfección de un bucólico y atroz momento que se prolonga en un arpegio de fantasmales interiores. Nada, absolutamente nada puede quebrar la secuencia de estas luces que huyen para prolongar la agonía del próximo minuto. Paradojal destino de la naturaleza esta pericia de conjugar paz con espanto, de igualar la belleza de lo externo con la ferocidad del morir atónito por la paz y la desesperanza.

© Juan José Mestre

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