viernes, octubre 22, 2010

LA TERTULIA




El Tiempo. La pasión. Esa nimiedad del cielo yendo hacia el ocaso. Personas que le cantan al amor y a la desdicha, pero sin dejar de ser dichosas por el canto. El tiempo y la poesía. El tiempo en la poesía. Como construcción de la palabra. Como excusa. Como nuestra sangre en cinco líneas. Al entrar, todo se paraliza. Un instante que enmaraña los saludos y los nombres apenas esbozados. Después, empiezan a crearse los puentes, los ríos a fluir en la palabra, en las manos nerviosas y pacíficas del verbo y todo es un universo jamás imaginado. Los corazones se exaltan, se enciende el fuego sagrado de la palabra. Por un momento somos ángeles. Al minuto, el mármol de las nubes se confunde con las vetas quejumbrosas de algún verso. Pasa el tiempo y no pasa. El microcosmos se expande hacia lo etéreo. De pronto, todo ha terminado. Los miembros del taller de escritura del Área Cultural "Macedonio Fernández" de la Colonia Psiquiátrica de Oliveros deben emprender el retorno. Poco a poco, vuelve la realidad inmediata y cotidiana. Atrás queda otra, subyacente: la de la magia.

© Juan José Mestre

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