El frío se lleva a cuestas. El frío se presiente, se huele, se sospecha y se vislumbra en la brillantez del aire que transforma los denuedos. El frío es eso: frío. Frío que está, es, tiene substancia. No importa cuántas virtudes posee: le falta la piedad y eso basta.
© Juan José Mestre
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