Donde haya un poco de luz, denota la embrionaria presencia del otoño en el aire acostumbrado. Hace calor, el verde todavía lanza sus porfías al viento, pero ahora los dorados y los grises sueñan por conquistar su reino. El dulce amanecer es más calmo, más tardío que el de hace apenas unos días. Hay más actividad y más silencio, más afanes y más transiciones en el tránsito de un día a otro. Los pájaros están menos retozones por estos días, mas están. Una indefinible sensación de letargo se siente por estos tiempos. Nadie lo admite, pero lo siente.
© Juan José Mestre
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