Nieve roja.
Lava ardiente.
Fuego blanco.
Un hipocampo
expulsado por el mar
llega a la playa, petrificado.
No hay cielo,
ni ojos,
ni cruces,
ni huellas.
El abismo más cruel
ha sido profanado.
Queda un recuerdo único
de lo oscuro:
el corazón de un hombre
tañe su penúltimo latido.
© Juan José Mestre
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