Es el ocaso que se derrumba en colores. La brisa fresca hace de los ocres una gama fugaz, difuminada entre los verdes más oscuros. El azul campea por el cielo, por el lago que de a poco se convierte en plata, por el rojo que baña el horizonte ya casi negro y cercano. Un púrpura traspasa el bosque en busca de las sombras. Es el ocaso en espera de la noche. Es el otoño que cae entre dos hojas, perpendiculares a la noche que anhela el plenilunio.
© Juan José Mestre
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