Parches de luz en el cielo oscuro. Como una promesa extemporánea, la mañana promete ser clara, diáfana. Acuarela del amanecer, huye hacia la plenitud del gris-celeste. Un amarillo tenue se levanta con pereza, bostezando sus destellos anaranjados. La belleza es casi un implícito trinar de pájaros atrevidos, eternos saboteadores del invierno. Ya nada queda por decir. Amanece. Y todo estalla en un fulgor frío.
© Juan José Mestre
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