Tanto el silencio, tanto el llanto de la niebla que demuda los paisajes, un ulular de fuegos en el hálito de lo llano, el himno de los hielos evocando frías epopeyas –loor de notas mudas y escalas descendentes-, pájaros fuliginosos en la quietud inmaculada de los cielos, un pajarillo que de pronto desentona con la vida; Cloto, Láquesis y Átropos embrollando los torzales de los hombres, el dulce tacto de la postrer caricia, las manos quietas, el pecho inerte.
Es tanto el silencio cuando la noche duerme…
© Juan José Mestre
Es tanto el silencio cuando la noche duerme…
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