miércoles, marzo 15, 2006

Virgen de otoño









Longevidad caduca de las hojas llevadas por el viento, el otoño baña tus cabellos con el brillo inexplicable del dorado. Aislado de todo, el contraluz se adueña de tu rostro. Cautivo de la sombra, desnuda toda la belleza del ocaso en tu perfil de ámbar. Azuladas, unas pocas nubes juegan con el tornasol en el distraído periplo de tus orillas recostadas en la hierba. Los últimos pájaros del estío –negligentes testigos del embrujo- beben la lisura de tu piel desde los cielos. Éxtasis devorando ambrosía, el fin está llegando. Cuando hiera la noche, me cubriré de ausencias demandantes de lo impuro y convertiré el llano en malecón inabordable. Tal vez, al volver dentro de un milenio, te encuentre así, vestal indemne, y puedas darme lo que la fugacidad de lo perpetuo en el ocaso desencadenó en cascadas de cristal y luz para que yo – bestial e impuro- no te rozara.

© Juan José Mestre

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