sábado, marzo 18, 2006

El tiempo es un ladronzuelo

El tiempo es un ladronzuelo. Turbión de locura hecho espiras, desgrana las cuentas de los días con su sigiloso juego de guantes blancos. La rutina de actuar como señores de la totalidad de la que sólo somos una parte, nos atrae mil veces al mismo atajo donde la vida debe detenerse por fuerza. Asfixiados, terminamos con la última cuenta de una sarta, ahora inexistente, aferrada con el delirio que hiende la carne al saber que es la final, definitiva parte de un designio. Eso fue lo que sentí cuando la muerte se llevó a mi padre. Eso que no sé cómo se llama, quizá porque forme parte de los más recónditos misterios de la savia que alimenta a las auroras. Eso que canta en el alma con el noble recuerdo de un cumpleaños. Precisamente hoy, la mañana se ha cubierto de pájaros mansos, relucientes de miradas que se funden en la fragua que destila todos los colores. Precisamente hoy, la mirada clara de mi viejo se despertó en mi alma con ganas de comprarme figuritas. Ahora puedo decir que esta noche habrá birra en las copas y toda la sonrisa del gallego cuando rueden las tapitas. Y yo tendré un abalorio más entre los dedos.

© Juan José Mestre

2006-03-18

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