Esa intersección de la mañana con las últimas sombras de la noche, la intensidad del frío mixturado con el sereno, el perfume de los sueños aún frescos, el canto resignado de los pájaros adormilados, el espejismo de una rosa llorando su terciopelo blanco, las lobreguez del humus salpicada de retoños, y, por fin, el vellocino que aparece por el Este, justo desde la casa de Aries.
© Juan José Mestre
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