El dolor es intenso. Punzante, se hunde en el vientre buscando un paisaje vacío, pleno de angustias, denso nubarrrón que semeja una pústula sin vida y sangrante. la vista se obnubila y el pulso se acelera en la otredad del cromo. Sudor blanco. Compartiendo una vaga mirada sin retorno, la soledad busca una víscera y la somete al último ultraje. A nadie le importa. Ni siquiera a mí, que soy un espectro retorcido por el fuego, la última hilacha de un tejido muerto, insano despojo de mis propios demonios y de mis propias sombras inválidas. Nada es lo que piensan. No sufro. Nadie sufre cuando se ha encontrado con un espejo sin reflejo.
© Juan José Mestre
1 comentario:
Valoro mucho tus textos.
Sigamos!
Juan Disante
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