martes, septiembre 04, 2012

THE PINK PANTHER



 El lunes había comenzado con la pachorra habitual de esos días en el colegio y aún más en nuestro curso. Pero en la penúltima hora de clase algunos se habían recuperado y estaban con todas las luces. Y las clases del profesor de química erra un buen pretexto para tener cuarenta minutos de recreo. Por esos tiempos, ir al cine el domingo era una obligación autoimpuesta. Y yo había faltado a ella no recuerdo por qué motivo. ¡Justo el día en que daban el largometraje con dibujos animados de La Pantera Rosa! Estaba frustrado.  Con mucha bronca. Y no había solución. Ya no estaba más en cartel. Me la había perdido. Pero siempre hay una salida, una solución. Y se presentó en la presencia de Leticia. Debo decir que –a la sazón- era una bella e introvertida niña  de diecisiete años, salvo cuando algo le gustaba. Aún hoy conserva esa virtud de narrar cosas graciosamente. Aquel día me preguntó por el motivo de mi ausencia, dijo “no sabés lo que te perdiste”, e ipso facto se paró de su banco y, de pie, comenzó a contarme –cuadro por cuadro y con pelos y señales-  la película. Y yo me despatarraba, cuan largo era, por toda el aula. El profesor nos llamó varias veces la atención…. Hasta que nos echó. Corrimos a los baños para que Margarita Kenny (la rectora) no nos viera. Cuando sonó el timbre, volvimos al aula justo en el momento en que el profe se retiraba. A Leti no le dijo nada, pero a mí me tomó el brazo y me espetó: “Mestre, ¡qué amiguita tiene usted, eh!”.

© Juan José Mestre.

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