jueves, septiembre 06, 2012

LA PILETA




La noche era bochornosa. Treinta grados a la una de la mañana, lloviznaba y el cielo,  (rojo por completo) se venía abajo de tantos truenos y relámpagos. Nosotros (es decir: Carla, la Cristi, la Leti, Jorge, los chicos y yo) jugando en la pileta de la casa de los últimos. Todos en el agua y yo, con las patas en remojo a la orilla de la  misma.  Tomando champán y jugando con el agua. Aún así transpirábamos como si estuviéramos al rayo del sol.  De   vez en cuando alguien gritaba: “¡El flaco (yo)  tiene calor!” y Carla salía disparada del agua, llenaba un tarro de pintura con el líquido elemento de la misma piscina  y me lo arrojaba, literalmente, por la cabeza. Recuperar la respiración y el ritmo cardíaco no era tarea fácil. A duras penas lo lograba, pero un poco más fresco quedaba. Hasta que alguien pronunciaba las palabas mágicas y ¡zas! otros cinco litros arrojados sobre mi cabeza. Así fue transcurriendo la noche, entre copas, risas y baldazos.  A la vuelta,   empapados y en traje de baño, la Cristi me preguntó cómo lo había pasado. “¡Genial!” le dije. Y era verdad.  Porque además de todo, tenía la cabal idea de ser un sobreviviente.

© Juan José Mestre.


No hay comentarios.: