Hoy es un día frío. Igual que aquel otro. Hoy no se hace nada más que recordar esa entelequia llamada muerte. Nada ni nadie puede decirme lo que siento: solo es una nostalgia suave, dulce, de miradas perdidas, de manos que se alejan, de puños apretados de impotencia, de lejanías y de sueños incompletos, llantos y risas, campanarios quelflorecen en un réquiem de repiques. El sol es una mortecina luz muy cercana a un pobre vislumbre apocalíptico.
© JUAN JOSÉ MESTRE
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