Noche de Reyes. Para la Clotilda nada de magia. Solo el expiar la redonda retahíla de golpes a la que se había acostumbrado. No habrá camellos ni pastito ni regalos. Sus tíos (en realidad su abuela y un hombre que vivía con ellos) la molían a golpes y la hacían dormir en la dura frazada del suelo. Un llanto mudo se llevará su día de fiesta. Los Reyes se olvidarán de ella tras la grisácea nube de carencias que grita de hambre.
© Juan José Mestre
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