Engañoso, el cielo conjuga una amalgama de grises desplegando incógnitas. Nada es certero: el canto de las aves distorsiona el unívoco rasgo del horizonte. Un árbol solitario llora resina con la parsimonia que da la apatía. El silencio se oye desde lejos, provocando ecos de vacío en el lago exánime. La brisa de un tiempo en decadencia exhala fractales desafiando al cosmos. Un poeta intenta hilvanar dos o tres versos puerilmente encendidos.
© Juan José Mestre
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