domingo, octubre 07, 2012

LA CAMINATA





Tal como le había dicho el Dr. Pedro Osvaldo Sagreras a mi madre, comencé a caminar a los siete años. Así, de repente, sin decir agua va. Según me cuentan –puesto  que no sé por qué motivo este hecho se borró de mi mente-, los gritos de mi madre sonaron tan fuertes que me caí (literalmente) de culo. Lo cierto es que estaba sentado y mi abuela me tiró los brazos y me paré con toda naturalidad y fui hacia ella. La felicidad de mi familia era total. Así pasaron unos meses conmigo como en “Star Trek”, dedicado “descubrir nuevos mundos” hasta que un día, tan inopinadamente como había comenzado, dejé de caminar. Mi madre habló por teléfono con el médico y éste le dijo que me llevara inmediatamente. Ya en Buenos Aires, en un minuto le dio el diagnóstico: pie plano.  Partió  conmigo hacia la Ortopedia Beltrán, a mejor  de aquellos años. Allí me pusieron unos horribles zoquetes blancos y me pararon dentro de una palangana con yeso fresco. Hasta que fraguó no me dejaron ir, al tiempo que le indicaban esos horribles zapatos “Pie Tutoris” que, junto a las plantillas formarían el arco inexistente de mis plantas. Con ese karma volví a Venado y en dos años estaba medianamente recuperado. Pero al susto de la palangana no me lo saca nadie.

© Juan José Mestre.

No hay comentarios.: