Porque hay sangre y hay palabra,
pero también verbo y calaveras,
por la desidia y la injusticia,
mas desde luego por el amor y las espinas,
por la flor que se empeña en el desierto,
la luz que se esconde debajo de lo oscuro
y la ausencia y las llegadas,
en el hervor de un guiso perplejo de tanta agua
y porque tengo hambres que no cesan,
gritos que convertir en versos,
escribo con el nudo esencial
de la bronca en la garganta
este poema incierto que nada calma.
© Juan José Mestre
1 comentario:
No es incierto tu poema, Juanjo. Alguien que es impelido por la flor en el desierto, posee la fuerza necesaria para abrazar todo lo que vive, incluso la certidumbre.
Gracias.
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