viernes, abril 21, 2006

El árbol


El árbol, testigo de lejanos equinoccios, hoy se yergue en la desnudez indiferente del otoño. Sus ramas confluyen en la ribera seca y vacía -insoportable- del ser sin lenitivos. Sólo él mira el estuario donde descansarán mis huesos cuando llegue la paz del olvido. Tal vez, en alguna primavera, una de sus hojas roce mi cráneo gris, anónimo...

Poco importará. Quizás sea la única ternura que mi existencia merece y la única piedad que mi muerte recuerde el día en que los pájaros enmudezcan.






© Juan José Mestre






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