
Nacen los grises de abril.
Llovizna dulce
que el piano hace cristalina.
Casi desdeñada,
la rosa despliega su rojo en la noche.
Súbitamente,
el brillo de un mendrugo de luna
nutre toda una acuarela de vislumbres.
La noche se enamora.
Un leve aroma a violetas mojadas
se brinda, mecenas del encanto, al ozono incitante
para amalgamar el embrujo…
Un jazmín distraído revienta
y el aire muere impregnando el cielo
entre las libélulas.
© Juan José Mestre
No hay comentarios.:
Publicar un comentario