Dominio fantasmagórico del amor,
la tarde muere en granas y naranjas,
marfiles oscuros del disco del ocaso,
mosaico rosa y penumbroso del cielo
que se trastorna en dégradés de garzos perigeos
y muere en una desenfrenada orgía de lunas rojas,
inefables ninfas purpuradas al acecho.
Luego,
el silente canto de un coquí
extraviado en la memoria,
se apodera del lúbrico rocío y lo posee.
© Juan José Mestre
1 comentario:
Juanjo, maravillosa tu expresión. Bellísimo poema.
Cariños
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