jueves, noviembre 23, 2006

YIRA YIRA

YIRA YIRA



Cuando me preguntan sobre mi estilo entre melancólico y escéptico, acude a mí la imagen de mi viejo. Él era así: un dulce hombre que mucha fe no tenía en el mundo, pero que amaba profunda y calladamente a la gente. Es que la vida lo castigó duro. En este sentido, no es de extrañar que su tango preferido fuera Yira yira. Y si algo me identifica con su personalidad es, justamente, esta letra de Enrique Santos Discépolo.

Verás que todo el mentira,
verás que nada es amor,
que al mundo nada le importa...
¡Yira!... ¡Yira!...
Aunque te quiebre la vida,
aunque te muerda un dolor,
no esperes nunca una ayuda,
ni una mano, ni un favor.

Es un himno a la impotencia de ser lo que se es por ese albedrío esclavo que la falta de solidaridad y el feroz individualismo imponen a los que no tienen más que la esperanza de un abrazo para seguir adelante. Yo he vivido ese desgarro. Como mi padre y como muchos de nosotros. Porque es un drama universal y, como tal, no debe sorprendernos si se nos advierte que
Cuando estén secas las pilas
de todos los timbres
que vos apretás,
buscando un pecho fraterno
para morir abrazao...
Cuando te dejen tirao
después de cinchar
lo mismo que a mí.
Cuando manyés que a tu lado
se prueban la ropaque vas a dejar...
Te acordarás de este otario
que un día, cansado,
¡se puso a ladrar!

Y mi viejo, un día, ladró. A mi turno, yo también lo he hecho. Tal vez sea nuestro escudo de armas, nuestra bandera para enarbolar. Nunca le pregunté a mi padre si estaba orgulloso de ello. Pero puedo hablar por mí y decir que sí. Un ladrido no es poca cosa.



© Juan José Mestre

2 comentarios:

Gustavo Tisocco dijo...

Mi querido Juan paso a recorrer tu espacio, tu casa, tu alma y hacerlo siempre es un placer.

Te quiero Gus...

Luli dijo...

Un viaje interno y maravilloso en el que descubres el amor y las cosas esenciales de la vida. El afecto, las promesas, el arrojo.

Te quiero mucho