lunes, junio 06, 2011

LUNES





La llovizna es casi un fantasma desvaído en el  estertor de la noche
Los perros, curiosamente, se llaman a silencio en la doliente niebla urbana, llanto primerizo del otoño, cubre los rostros apurados por el frío y las prisas de la hora.  Nada más frío que la brisa intemporal casi en el origen de lo eterno. Los árboles lloran su quietud inerme.





© Juan José Mestre

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