hay el canto y la locura
el milagro y el misterio
de la brisa y de la niebla
hay un sollozo y hay la
vida
incrustada en los espejos
(narcisista en el atisbo
receloso)
del espacio
que puede hacerle sombra
en el umbral del Tiempo
hay un inicio
un final
un entretanto
la sangre de Dios
el arte
esa melancolía por lo
excelso
que muere en aras de un
responso
–vitral encendido en soles–
cuando el azul
vuelve al lógico desvarío
de ser aguamarina tácita en el adagio
© Juan José Mestre – “Indicios”,
pág.
109
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