sábado, septiembre 30, 2006

PARICIÓN DE LO EQUÍVOCO



Hombres, ¡no celebréis todavía la derrota
de lo que nos dominaba hasta hace poco!
Aunque el mundo se alzó y detuvo al bastardo,
la perra que lo parió está otra vez en celo.
Bertolt Brecht


La casa se cubre de penumbras. Grises, doradas, tornasoles esquivos semejando presencias. Lo tenue finge ser lo denso a estas horas en que se acallan los espejos. Un furtivo hálito mece suavemente las cortinas. Las grietas de los muros se cierran por un instante, sólo para oír el rezo secreto de las alimañas. El silencio envuelve torbellinos de voces que llegan desde más allá de los Tiempos. La noche es una imprecación que todo lo esconde. Un candelabro se torna ígneo como el sol que desaparece. De pronto, la cabeza estalla y se pierde buscando apoyo. Es tarde. Los muros son devorados por las termitas gélidas de lo oscuro. Desnudo, uno se queda sin rumbo en la encrucijada de dos paralelas locas de muerte, elipse final de la caída. Es cierto: no hay nada dentro del huevo. La serpiente ha nacido.



© Juan José Mestre


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