lunes, julio 17, 2006

Serrín



El polvo se convierte en polvo,
deviene la música en viento blanco,
el silencio -avalancha perlada de fusas-
sobre el valle se esparce con bríos de caballos,
la muerte siempre está, como Dios, en todos lados,
unos párpados cansados cubren esas acuosas pupilas de azul
en primavera.



Despojos de despojos andan sin sentido
en la miedosa senda de la vida
con espejismos coloreados de abalorios,
-lentejuelas de sol en esta farsa- para que quede, al fin,
el refugio abierto del cielo distante y frío, mirando al sur
(donde no hay nada).





© Juan José Mestre

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